lunes, 10 de septiembre de 2012

Los superhéroes se alistan: El cómic como propaganda política en la II Guerra Mundial y la Guerra Fría


Portada para Capitán América#1 publicado en 1941
La propaganda o publicidad política consiste en el lanzamiento de una serie de mensajes que busca influir en el sistema de valores del ciudadano y su conducta.
“De forma neutral la propaganda es definida como una forma intencional y sistemática de persuasión con fines ideológicos, políticos o comerciales, con el intento de influir en las emociones, actitudes, opiniones y acciones de los grupos de destinatarios específicos a través de la transmisión controlada de información parcial (que puede o no basarse en hechos) a través de los medios de comunicación masiva y directa” (Richard Alan Nelson, A Chronology and Glossary of Propaganda in the United States, 1996). Dicho esto entramos en materia para nuestra pequeña tesis:
Tras un periodo de aislamiento EEUU entra en el conflicto el 7 de diciembre de 1941 como consecuencia del ataque nipón a la base norteamericana de Pearl Harbor. Sin embargo en el territorio americano ya se estaba luchando contra los nazis. Según palabras de Stan Lee: “nosotros peleábamos antes de que nuestro gobierno estuviera peleando a Hitler” .
De tal manera durante la II Guerra Mundial los cómics sirvieron como herramienta motivadora para la población. Ahora bien, ¿habría sido esta una estrategia política o bien sus autores se sirvieron de los acontecimientos para poder así beneficiarse económicamente?
Stan lee remarca: “Tenía tanta propaganda Pro-americana que podrías llegar a pensar que estaba siendo subsidiada por el gobierno, nosotros solamente pensábamos que teníamos que hacerlo” .
Así podemos apreciar como el cómic americano sirvió como clara propaganda política y constituyeron una magnífica plataforma de instigación hacia el mal que se estaba fraguando en Europa motivando el odio hacia los nazis y posteriormente hacia el enemigo soviético y comunista.

El cómic durante la II Guerra Mundial

En los cómics de superhéroes ya se podían observar sus motivaciones antifascistas mucho antes de que EEUU entrara en guerra en el año 1941. Las dos compañías más importantes del país, DC COMICS y la que posteriormente se conocería como MARVEL COMICS, reconducirían sus temáticas y argumentos habituales hacia la actualidad del momento. Sus personajes dejarían de lado su lucha contra súper-villanos y mafiosos para combatir a nazis y japoneses.
Sirva como ejemplo, antes de la entrada de los EEUU en el conflicto, como la MARVEL utilizaría a uno de sus personajes como abanderado del sentimiento anti-nazi: el Capitán América. En sus orígenes el Capitán América era un soldado del ejército estadounidense que se ofrece voluntario para un programa para convertir súper-soldados. Tras ser sometido al tratamiento con éxito el laboratorio sufre el ataque del villano conocido como Cráneo Rojo, el cual vestía un uniforme con el símbolo nazi, convirtiéndose en el archienemigo del Capitán América. Simbolizando así quién era en realidad la mayor amenaza.
Además el Capitán América y su compañero Bucky evitaban que una potencia asiática desconocida destruyera la flota estadounidense en el pacífico y siete meses después Pearl Harbor era objeto de un ataque, por parte del Japón, y los EEUU entraban en guerra.
También podemos encontrar causas de este sentimiento patriótico y antifascista de los cómics en sus creadores. El padre del Capitán América, el dibujante Jack Kirby (cuyo verdadero nombre era Jacob Kurtzberg), era miembro de la comunidad judía y, naturalmente, le resultaba inquietante la ola fascista que se estaba expandiendo por Europa. Kirby se manifestaba claramente en contra de la pasividad y el aislamiento del gobierno norteamericano.
Por todos era conocido que la compañía MARVEL utilizaba, desde sus orígenes, temática de actualidad para ilustrar y dar vida a los argumentos de sus viñetas. Pero este fenómeno no sólo se reducía al grupo de artistas que constituían esa compañía, el contexto de la guerra se había generalizado como temática principal en el mundo de la viñeta.
El personaje más conocido y representativo de DC COMICS, Superman, protagonizaba en 1940 una historieta donde el superhéroe apresaba a Hitler y, a su entonces aliado, Stalin y los llevaba a la Sociedad de Naciones para ser juzgados.
La dimensión y el éxito que alcanzan  Superman y  los demás superhéroes llega, incluso, a irritar y a motivar un contraataque del mismísimo ministro de propaganda del Reich, el doctor Joseph Goebbels, del que se dice que llamó judío a Superman. El periódico oficial de las SS se mofó de sus autores, los también judíos Jerry Siegel y Joe Shuster, llamando a estos circuncidados física e intelectualmente.
El éxito de estas publicaciones era imparable hasta el punto de que estos cómics comienzan a ser enviados puntualmente al frente junto con las chocolatinas o la correspondencia. Se convierten, por entonces, en una poderosa herramienta motivadora en la lucha contra el totalitarismo nazi.

El fenómeno Anti-Nazi

Se puede comprender el auge de este fenómeno anti-fascista debido a que en aquellos años en la industria del cómic proliferaban los artistas judíos o con raíces hebreas que, naturalmente, encontraban una peligrosa amenaza en el anti-semitismo de los nazis y eran conscientes del peligro que representaba su expansión. Su mayor preocupación consistía en el horror que originaba el fanatismo del nacionalsocialismo.
Los creadores de Superman, Jerry Siegel y Joe Shuster, representaron sus orígenes semitas en su personaje. El nombre de Superman, en su planeta de origen Kripton, era Kal-El. Nombre claramente inspirado en el judaísmo, así como su planeta de origen Kripton, que según un vocablo hebreo significa “la voz de Dios”. Además el alter ego de Superman, Clark Kent, era, al igual que muchos judíos, un emigrante en los EEUU.
Igualmente muchos de los personajes del mundo de los superhéroes eran creaciones de artistas judíos: tales como Spiderman, Hulk, el Capitán América, y trasladaban a estos, gran parte de su cultura, experiencias y en este caso, sus miedos e inquietudes.
Uno de los mejores ejemplos de artistas comprometidos con sus orígenes semitas era Will Eisner, creador de The Spirit, que se alistó en el ejército americano en 1942 donde se utilizaron sus habilidades como dibujante para instruir y formar a los jóvenes reclutas con divertidos manuales.
Resultaba evidente la influencia que ejercía el cómic en la población ya que este era un medio de comunicación, que a diferencia del cine que era demasiado caro para la mayoría de la gente, este tenía un precio muy asequible y podía llegar a un mayor número de personas. El cómic se convirtió pronto en el mejor instrumento para contar cosas, para motivar un espíritu patriótico. En cuanto a números, History Chanel, estima que durante la guerra se llegaron a vender aproximadamente 50 millones de ejemplares.
Sin embargo el mensaje que se extraía de las viñetas siempre era ver cómo los superhéroes acababan con los malvados nazis incluso a puñetazos (Capitán América #1, Marzo 1941) . Un mensaje que no difería demasiado del de los totalitarismos que combatían, de cómo el fuerte somete a los débiles y aplasta a los que son diferentes, a los que están por debajo, a los seres inferiores.
Los cómics iban destinados, en su mayoría, a los jóvenes y se utilizaron como pretexto para la inspiración de un sentimiento de odio hacia los nazis. En las viñetas se observaba cómo se aplastaba al malvado enemigo. Sin embargo en el mundo real no existían esas abrumadoras victorias. Las bajas humanas eran escalofriantes. Los autores de estas historias nunca representaron el verdadero horror de la guerra, así como la barbarie del Holocausto y de los campos de exterminio.

“El peligro amarillo”

El pueblo norteamericano, tras entrar en guerra en 1941, encuentra en el Japón al perverso enemigo del mundo libre. Comienzan a proliferar numerosas historietas en las que valientes héroes y superhéroes combaten contra los malvados japoneses, en muchos casos representados de forma grotesca y caricaturesca como seres cobardes y malvados e incluso como vampiros con prominentes colmillos.
La amenaza del invasor japonés tuvo su plasmación en las viñetas del Capitán América. Si ya hemos hablado de Cráneo Rojo, como ejemplo de la lucha contra el nazismo, el Capitán América combatiría a las demás fuerzas del eje personificadas en el villano Fang, con el que el lector identificaría la perversión y la tiranía del imperio japonés.
El escenario bélico del Pacífico propició que los héroes más prolíficos en la lucha contra los japoneses fueran valerosos y apuestos pilotos. Cabe destacar a Milton Caniff, con su obra “Terry y los piratas”, en donde encontraríamos todos los clichés de la imagen del peligro amarillo.
Sirva como ejemplo del cómic como poderosa herramienta de propaganda o de adiestramiento que en 1942 a las tropas americanas que estaban destinadas en China, nación por entonces no comunista y aliada, se les hacía entrega de un manual, en forma de cómic ilustrado por Milton Caniff, en donde se les mostraba cómo descubrir a un espía japonés entre la población china.
El cómic en la Guerra Fría
Resulta paradójico que durante la Guerra Fría, el papel de los cómics fue mucho menos destacado que durante los años de la II Guerra Mundial. La industria del cómic se volvió corporativista y los creadores de los personajes, en la mayoría de los casos, perderían el control de estos e incluso sus derechos, pasando los personajes a ser propiedad de la compañía que los editaba. Este sería el caso de Superman, con el que tanto se habían identificado sus creadores, Jerry Siegel y Joe Shuster, los cuales perderían una demanda en la que solicitaban recuperar los derechos sobre su creación ahora en manos de la compañía DC COMICS.
La mayoría de los personajes pasarían a ser controlados por los editores y el continuo paso de diversos artistas por sus viñetas dejaría a un lado el componente personal para desempeñar un papel mucho más conservador y pragmático. Al finalizar la guerra los superhéroes se convertirían casi en fuerzas federales de la lucha en pos de la libertad.

Irónicamente en esta época los cómics se encontraron con una fuerte oposición por parte la población más conservadora. Tiznando a estos de perversa droga que atontaba a los jóvenes. Esto significó un largo periodo de control bajo el concepto de la autocensura, que se marcaría en la propia industria, e impidió que los superhéroes tomaran partido en las guerras.
El papel de estos personajes durante la Guerra Fría pasaría a ser más reflexivo, menos belicista. Por ejemplo el increíble Hulk fue creado a partir de un accidente atómico, reverenciando el peligro nuclear; los 4 Fantásticos adquirieron sus poderes en un accidente espacial, en clara referencia a la carrera espacial entre los EEUU y la URRS.
Sería a partir de los años sesenta cuando en el mundo del cómic se entabla la lucha por el mundo libre y de cómo los superhéroes tienden a defender la libertad y la democracia. Comenzarían a aparecer villanos que tendrían sus orígenes o cuarteles generales en Moscú o Pekín y entre ellos se llamarían camaradas; e incluso los jefes de estos eran el mismo Khruschev o Mao Tse-tung.
Nuevamente nos encontramos ante el significativo caso del Capitán América que al finalizar la II Guerra Mundial se encontraría en estado de hibernación, siendo despertado en los años sesenta para combatir, entre otros, a su contrapartida soviético, el Guardián Rojo.
El comic Iron-Man destacaría durante estos años como uno de los cómics más políticos del momento. Cuando los EEUU enviaban diplomáticos al Vietnam, el personaje Tony Stark, un científico millonario, emprende un viaje a esas tierras y es apresado por los soviéticos que le obligan a trabajar a su servicio. Sin embargo durante su cautiverio crearía una poderosa armadura con la que combate a los comunistas y escapa de su prisión volviendo a los EEUU y convirtiéndose en el hombre de Acero para luchar contra los enemigos de la libertad y del mundo libre. Iron-Man tendría cómo némesis al super-agente de la China roja llamado “El Mandarín”.
Portada de Milton Caniff para “Terry y los piratas”.

Conclusiones

Ciertamente el cómic, al igual que el cine, se convirtió en un poderoso aliado del mensaje político. Sin embargo en el caso del cómic cabe destacar que la inclusión de temática de actualidad en sus argumentos supuso records de ventas difícilmente igualables y catapultaron a la industria. Tal detalle resulta una clara estrategia de ventas.
De igual modo la clara influencia que ejercieron los numerosos artistas de origen hebreo, con su mensaje de inquietud y miedo hacia los nazis o el espíritu patriótico de muchos de ellos, hace intuir una referencia política o didáctica al representar al mal y motivar el deber de combatirlo.
Podemos afirmar que el cómic ha sido una mezcla de ambas; por una parte los acontecimientos sirvieron como claro elemento de lucro y de la misma manera la viñeta sirvió de herramienta para exponer a la población el peligro al que estaba expuesta la sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario