domingo, 12 de agosto de 2012

¿Qué comeremos en veinte años?



Ya lo vaticinaba Ortega y Gasset en su obra ‘La rebelión de las masas’ cuando apuntaba a playas, teatros y parques inundados de personas, en esos sitios privilegiados que antes habían estado vetados a muy pocos. La democratización parece el camino natural del progreso, el fenómeno de que todo el mundo pueda acceder al modelo de vida vertiginoso del primer mundo, por una mera cuestión de justicia. Cabría pensar lo mismo de la comida.
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Sin embargo, sabemos que tal y como crece la población mundial, no todo el mundo podrá consumir todo tipo de alimentos, por la sencilla razón de que no hay para todos. No disponemos de tiempo suficiente para hacer crecer plantas o animales y que se repueblen nuestos suministros al ritmo de consumo actual. Dejando de lado aquella frase de “sálvese quien pueda”, los investigadores buscan vías de alimentación alternativa para abastecer a todos los millones de personas de nutrientes suficientes.
Así las cosas, los precios cambiantes de los alimentos y una populación mundial en aumento significan que tenemos que replantearnos qué comer, dicen los futurólogos de la comida. Así que ¿qué podríamos estar sirviendo en nuestros platos de aquí a veinte años? Esta interesante pregunta se hace Denise Winterman en BBC News.
En Gran Bretaña se anticipa que el precio de la carne tendrá un impacto enorme en nuestra dieta ya que algunos de la industria alimenticia estiman que podría duplicarse en los siguientes cinco a siete años, haciendo de la carne un artículo de lujo.
“En el Oeste muchos de nosotros hemos crecido con carne abundante y barata” afirma la futuróloga alimenticia Morgaine Gaye. “El crecimiento del precio de la carne significa que ahora estamos empezando a contemplar el retorno de la carne como artículo de lujo. Como resultado estamos buscando nuevas maneras de llenar el vacío dejado por la carne”.
Por lo tanto, ¿qué llenará tamaño hueco además de nuestros estómagos?
Los insectos, de un alto valor nutricional
Insectos o mini-ganado, como podrían pasar a denominarse, se convertirán en algo básico de nuestra dieta, declara Gaye.
Es una situación en la que todos ganan. Los insectos proveen de tantos valores nutricionales como la carne ordinaria y son una estupenda fuente de proteína, según los investigadores de la universidad de Wageningen en Holanda. Además cuesta menos criarlos que a las reses, consumen menos agua y no tienen tanto impacto ecológico. Lo que es más, se calcula que existen 1.400 especies comestible por el ser humano.
Gaye no habla sobre el estilo de la comida tradicional de Australia – gusanos, plantas, raíces, bulbos, canguro, wombat- sino a hamburguesas de insectos y salchichas, que se parecerían seguramente a sus homólogas carnívoras. “Animales como grillos y saltamontes serán criados y usados como ingrediente en cosas como las hamburguesas”, remacha.
El Gobierno holandés está invirtiendo una seria cantidad de dinero poniendo insectos en dietas corrientes. Ha invertido recientemente un millón de euros en investigación y en la preparación de una legislación para regir las granjas de insectos.
Una gran parte de esa población mundial ya come insectos como una parte regular de su dieta. Orugas y langostas son populares en África, las avispas son un manjar en Japón, los grillos son ingeridos en Tailandia.
El problema viene a la hora de introducir esos hábitos en Europa, ya que los insectos necesitarán una puesta a punto si tienen que convertirse en más apetecibles para los remilgados europeos y norteamericanos, afirma Gaye, quien también trabaja con la Sociedad de Comida Experimental. “Se harán populares cuando nos escapemos de la palabra insecto y utilicemos algo así como mini-ganado”.
Carne hecha ‘in vitro’
Por otro lado, a comienzos de este año científicos holandeses produjeron satisfactoriamente carne in vitro, también conocida como carne culturizada. Hicieron crecer tiras de tejido de músculo usando células madre extraídas de vacas, que dicen se parecen a los calamares en apariencia. Esperan crear la primera “hamburguesa de probeta” del mundo para finales de este año.
El primer artículo sobre carne hecha en un laboratorio fue patrocinado por la NASA. Un estudio reciente de la Universidad de Oxford encontró que la carne crecida de manera artificial en vez de la derivada de la matanza de animales reduciaría significativamente los gases de efecto invernadero, además de el uso de agua y energía. Esta producción también requiere una parcela de tierra para hacer crecer el ganado.
El profesor Mark Post, que capitaneaba el equipo holandés de científicos en la universidad de Maastricht, afirma que quiere hacer que esta nueva carne sea “indistinguible” de la real, aunque podría ser de manera muy diferente a la original. El tiempo acabará desvelando en qué queda todo.

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