Esta es la historia de Marvin Heemeyer un emprendedor que en el año
2001 reparaba silenciadores en un pequeño taller de su propiedad,
ubicado en Granby, Colorado (EE.UU), llevando ya años viviendo de ese
negocio. Todo marchaba bien hasta que en ese mismo año 2001 Marvin tuvo
una discusión con el ayuntamiento de Granby causada por la instalación
de una planta de cemento justo al lado de su negocio, bloqueando de
forma arbitraria el acceso por carretera al taller de Marvin.
Marvin, agotando todos los recursos legales llevó el problema a la justicia ¿Pero adivinen qué? Si, la justicia falló a favor de la compañía millonaria de cemento. Marvin propuso entonces que le permitieran con su propia excavadora crear un acceso a su taller, él mismo correría con la mano de obra ¿Qué creen? Si, se lo negaron también.
Pasaron los días y Marvin aún con su taller sobreviviendo fue denunciado por el ayuntamiento y se le propinó una multa al trabajador de 2.500 dólares, motivado a que tenía su taller desconectado de la tubería de drenaje. Irónicamente no tenía dicha conexión por culpa de las obras de la cementera. Como último recurso Marvin pidió ayuda a la comunidad para que lo apoyaran y pudiese seguir funcionando su taller, pero fue en vano la gestión, le solicitaron desalojo del taller y le fijaron un plazo para que lo entregara.
Aquí viene lo interesante de la historia. Heemeyer colgó un aviso de “Se Vende” en el taller para despistar y mantener calmado al estado, agarró la excavadora de su propiedad con la que pensaba hacer el acceso tiempo atrás y desapareció ocultándose en su garage. Marvin con su gran experiencia de soldador trabajó ardua y meticulosamente en un proyecto que materializaría la reflexión que lo acompañó encerrado en su garage: “Ha llegado el momento de que las personas razonables adoptasen decisiones irrazonables”.
Le tomó a Heemeyer un año y medio de trabajo encerrado en el garage convertir su excavadora modelo Komatsu D355A en una máquina blindada, imponente, una fortaleza con ruedas que acompañaría a hacer justicia por sus propias manos a Marvin. La cabina de la excavadora fue protegida por láminas de acero y entre las placas cubierta por concreto. El interior de la cabina era un centro de mando, la visibilidad al exterior se daba gracias a cámaras de video protegidas con láminas de plástico resistente a balas, dos monitores en su interior, ventiladores, aire acondicionado, agua, comida y un mecanismo diseñado por Heemeyer en el que al entrar a la cabina y soltar la tapa ya no había forma de salir ni que la abrieran por fuera y obviamente ése era su plan, no salir mas de ahí.
Como verás a continuación, Heemeyer, hace ocho años (el cuatro de junio del 2004), destruyó el pueblo y terminó suicidándose dentro de su “killdozer”. La desesperación del abusado.
Marvin, agotando todos los recursos legales llevó el problema a la justicia ¿Pero adivinen qué? Si, la justicia falló a favor de la compañía millonaria de cemento. Marvin propuso entonces que le permitieran con su propia excavadora crear un acceso a su taller, él mismo correría con la mano de obra ¿Qué creen? Si, se lo negaron también.
Pasaron los días y Marvin aún con su taller sobreviviendo fue denunciado por el ayuntamiento y se le propinó una multa al trabajador de 2.500 dólares, motivado a que tenía su taller desconectado de la tubería de drenaje. Irónicamente no tenía dicha conexión por culpa de las obras de la cementera. Como último recurso Marvin pidió ayuda a la comunidad para que lo apoyaran y pudiese seguir funcionando su taller, pero fue en vano la gestión, le solicitaron desalojo del taller y le fijaron un plazo para que lo entregara.
Aquí viene lo interesante de la historia. Heemeyer colgó un aviso de “Se Vende” en el taller para despistar y mantener calmado al estado, agarró la excavadora de su propiedad con la que pensaba hacer el acceso tiempo atrás y desapareció ocultándose en su garage. Marvin con su gran experiencia de soldador trabajó ardua y meticulosamente en un proyecto que materializaría la reflexión que lo acompañó encerrado en su garage: “Ha llegado el momento de que las personas razonables adoptasen decisiones irrazonables”.
Le tomó a Heemeyer un año y medio de trabajo encerrado en el garage convertir su excavadora modelo Komatsu D355A en una máquina blindada, imponente, una fortaleza con ruedas que acompañaría a hacer justicia por sus propias manos a Marvin. La cabina de la excavadora fue protegida por láminas de acero y entre las placas cubierta por concreto. El interior de la cabina era un centro de mando, la visibilidad al exterior se daba gracias a cámaras de video protegidas con láminas de plástico resistente a balas, dos monitores en su interior, ventiladores, aire acondicionado, agua, comida y un mecanismo diseñado por Heemeyer en el que al entrar a la cabina y soltar la tapa ya no había forma de salir ni que la abrieran por fuera y obviamente ése era su plan, no salir mas de ahí.
Como verás a continuación, Heemeyer, hace ocho años (el cuatro de junio del 2004), destruyó el pueblo y terminó suicidándose dentro de su “killdozer”. La desesperación del abusado.
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